Es automático. Todos están atentos y a las nuevas medidas y apenas se conocen las noticias alentadoras se corre la voz. El club abre y nace el entusiasmo, los dirigentes y entrenadores organizan los cuidados para respetar protocolos y en los grupos de whatsapp los padres y chicos comienzan a consultar. Se pone hora y día y no importa si es al aire libre aunque esté fresco. Tampoco si en la cancha de afuera no hay piso de madera o falta ponerles redes a los aros. Los portones se abren para que haya ventilación y el club recibe otra vez la alegría de los jóvenes, de los chicos, los que no son privilegiados en el deporte profesional para poder jugar y deben aguardar decenas de autorizaciones para poder reencontrarse con la pelota, los profes y los amigos. Tal vez se cuidan más que algunos que sí están autorizados porque para ellos también es un trabajo. Pasa en toda la provincia, pasa en cada Asociación. Ahora pueden practicar nuevamente y empiezan a soñar con volver a jugar. “Yo extraño los partidos”, repite un chiquilín. Y la ilusión de que todo mejore se enciende en su cara. En este caso, las fotos de Atlético Sastre, que puso manos a la obra y mejoró su cancha exterior para arrancar, son algunos de los ejemplos de lo que ocurre en cada localidad.
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