Las fotos
Por más reiteradas que sean las imágenes, no pierden su magia y siguen generando la misma emoción, esa que proviene de las cosas simples, de las que se hacen con desinterés y amor. Y son las mismas en Rosario, Santa Fe, Ceres, Sunchales, San Justo, Carcarañá, Santo Tomé, Esperanza y en cada una de las decenas de ciudades en la que pica la pelota por los federativos provinciales.
Las caras de sueño de los locales contrastan con la emoción de los visitantes, que llegan bromeando en los minibuses para iniciar la jornada de competencia. Armar el bolso y salir a la aventura es para jóvenes, padres y madres una experiencia de fin de domingo que eligen con ilusión.
Y en cada cancha se arma la movida, se dividen las tareas y se asumen con gusto responsabilidades, aunque a veces signifique mirar el partido de reojo o por turnos, y siempre tratando que la emoción no juegue una mala pasada. El respeto ante todo.
Para la puerta la elección no es sencilla; se necesita alguien con la capacidad de dar la bienvenida atentamente, pero infalible a la hora de cobrar la entrada, porque allí estará buena parte de la recaudación. Cajita en mano, con cambio disponible y una sonrisa, pero pagan todos.
Mientras algunos ponen en condiciones las instalaciones con las sillas para el público o conectan el reloj de 24, otros limpian el rectángulo de juego, y uno es designado para traer a los árbitros desde el hotel.
Aunque el partido comience a llevarse la atención, un grupo de padres deberá hacerse cargo del menú, de preparar la parrilla si hay pollo asado o de estar atentos al agua si toca pasta. Cualquiera sea la profesión en su vida, por un día cambia a mozo o cocinero para atender a propios y extraños.
Pero claro, el mango importa para ayudar en los viajes y por eso el buffet o el kiosco debe estar a pleno. Y en los Federativos la oferta suele ser variada, con toda una gama de productos caseros riquísimos para acompañar el mate. Con la pelota en juego las ventas bajan, pero en cada entretiempo hay que reforzar con madres y padres para satisfacer la demanda.
El comisionado y los jueces deben controlar todo, y aunque a veces sean blanco de las críticas y enojos, en la mayoría de las ocasiones se transforman en una parte importante de la familia del domingo, la que intercambia fotos para las redes sociales o analizar qué equipo clasificará según las cuentas.
Y hace rato que las estadísticas son una constante, en este caso con el agregado de la planilla digital también para chicos y chicas, con los operadores sumándose a los habituales planilleros y oficiales de mesa.
Si la tecnología llegó para quedarse, la aparición de las transmisiones para llevarle los partidos al mundo también se hizo habitual, en algunos casos con profesionales del streaming, relatos y comentarios, y en otros con los padres y sus vivos de Instagram o Facebook. Todo vale, todo suma.
Hay ganadores y perdedores, porque así es el deporte, pero en lo que todos los equipos terminan igualados es en la pasión y el cariño con el que los padres y dirigentes se esfuerzan en cada jornada para que todo salga bien. Desde afuera no pueden meter triples ni dobles, tampoco es aconsejable que den muchas indicaciones porque para eso están los entrenadores, pero juegan su partido apoyando en cada pequeño detalle.
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